Desprendí la rosa lentamente de su tallo. Roja como la sangre. Brillante como lagrimas de despedida. Mientras caminaba rumbo a entregarla, como todos los días, a mi amada, en mi cabeza se repetían las mismas imágenes: La noche, el alcohol, las risas, el accidente, el desconcierto y el silencio amargo de su beso de despedida.
Mientras soñaba pensé que algún día alguien limpiará la tumba que, desde hace ya dos meses, día a día me empeño en transformar en jardín de rosas. |
miércoles, 30 de septiembre de 2015
Jardín de rosas (Microcuento)
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